Piedra Laja- Genoy Nariño

sábado, 17 de julio de 2010

VACACIONES CREATIVAS

Para estas épocas, se respiraba en casa un cierto aire de ocio, con el que mi padre, por supuesto, no comulgaba; al parecer las vacaciones escolares no le agradaban y mucho menos, vernos sin actividades. Para suplir este pequeño inconveniente, nos levantaba temprano en la mañana y aún cuando teníamos en casa el servicio domestico adecuado, mi papá nos exigía que en vacaciones cada uno arreglara su cuarto, a excepción de los hombres, cuyos cuartos teníamos que organizar las mujeres, de tal manera que al salir para la oficina todos estuviésemos listos para una jornada de trabajo. Creo que de alguna forma esta costumbre condicionó mi organismo, de tal suerte que no puedo dejar de madrugar, aun cuando ahora no tenga quién vigile mis tareas.



Pero la madrugada no era todo, además de arreglar nuestros cuartos, algunos días teníamos que hacer planas, los más grandes en la máquina de escribir y a mano los pequeños: jf fj jf fj jf fj y otras letricas por el estilo. Con los avances de hoy en día, cómo hubiera sido de fácil, una fj, le daba copiar y podríamos imprimir miles de planas; cómo nos fue tardía la tecnología en nuestra niñez.
Otra de las tareas era la lectura, teníamos que hacerle un pequeño resumen a mi papá del libro que habíamos leído, esta labor no era del todo tediosa, porque una vez tomado el libro, ya era muy difícil dejarlo; aprendimos con ello a gustar de toda clase de literatura, a ampliar nuestros horizontes mas allá del barrio, más allá de nuestra tierra, más allá de la vida misma… al leer o escuchar los resúmenes que hacíamos, se encargaba de corregir la ortografía, la adecuada expresión, su correspondiente dicción entre otras cosas; y no solo de la palabra en la que incurríamos en el error, sino que nos daba cátedra de la norma general. Todas estas cosas de las que renegábamos en su momento, nos han sido de mucha utilidad a lo largo de nuestra vida.

Como las vacaciones eran largas, oficio no nos faltaba; Para continuar con las labores, compró mi papá unas especie de mallas de varios tamaños y colores, con dibujos pintados en el centro, dibujos éstos que orientaban acerca del color que habíamos de trabajar, eran nada menos y nada más que unos tapetes, los cuales se bordaban con agujetas especiales de cabo azul (aún las conservo), la tarea consistía en cortar lanitas del color de la guía, mi hermano enrollaba la lana en una regla y cortaba tiras de varias tonalidades dependiendo del tapete que bordaríamos. Nos ubicábamos en un sofá-cama grande que había en el corredor del segundo piso, mi hermana mayor extendía el tapete sobre sus piernas, y alrededor cada uno de nosotros, incluido mi hermano tomábamos un “ladito” para trabajar, era muy agradable una vez que comenzábamos, porque de alguna manera éstas labores conjuntas nos permitían compartir una vez más en familia.
Hicimos muchos tapetes a lo largo de nuestras vacaciones, tapetes coloridos y mullidos, era delicioso envolvernos en ellos y resbalar por las gradas en competencias, o tirarnos de “barriga” en el corredor sobre los benditos tapetes, tal como lo hacen los jugadores de futbol sobre el pasto para celebrar una buena jugada.

[En esta fotografia falta mi hermana Nena...(qepd)]

Pero no todo el tiempo fue de trabajo, mis hermanos nos enseñaron a hacer unas “cachas” con las tapas de gaseosa, se rellenaba las tapitas con barro o con cascara de naranja fresca y se ubicaban en una marca, al filo de la duela en la sala, el juego consistía en dar “tingazos” a la “cacha” a lo largo de toda la duela de la sala, sin que se salga de la línea, si así ocurría o si rosaba la línea tenía que iniciar de nuevo el trayecto. Esta también era una gran oportunidad para compartir juntos ya que dada la simplicidad del juego no requería una edad específica ni para arriba ni para abajo, de tal manera que todos podíamos participar, además el ancho de la sala nos era muy propicio.
Recordé todo esto hoy, porque al ver a mi hija durmiendo hasta tarde en vacaciones, subí su desayuno para despertarla (no precisamente temprano) y después de darle un beso le pedí que cuando se levante organice su habitación y aun somnolienta me dijo las misma frase que solíamos repetir cuando nos despertaban: “¿es que los papás no pueden ver a los hijos felices y desocupados en vacaciones?” Lo que no sabe mi niña, es cuán importantes fueron esos momentos en la vida de su mamá, sobretodo porque a través de ellos es que pudimos aprender a amarnos, tolerarnos y ser cómplices entre hermanos, cubriéndonos las espaldas entre todos porque de alguna manera somos una misma alma que sufre son el sufrimiento del otro y se alegra con sus triunfos y logros. Qué bello es poder descubrir que con el paso de los años, y a veces con mucha distancia de por medio, nuestros corazones siempre están dispuestos a albergar buenos y nobles sentimientos por cada uno de los hermanos que conformamos la familia Patiño. Cómo es de bello poder decir a boca llena cuánto amo a mis hermanos y cuan feliz soy de poder saberlos unidos a mi por un hilo invisible de amor y fraternidad por siempre.