Piedra Laja- Genoy Nariño

sábado, 30 de abril de 2011

Y QUE OFICIO LE PONDRIA MARUN TIRUN TIRUN LA





Cada vez que termina un mes, como hoy, no deja de dar un cierto escozor en el alma por aquellos días idos, aquellos momentos vividos que jamás regresarán, a no ser que se los traiga con algunas letras del recuerdo para hacerles saber a esos minutos que su muerte no ha sido en vano, que cada segundo ha sido aprovechado, compartido y aprendido.



En familias grandes como las de antes, en las que el número se contaba teniendo en cuenta los sabios designios de nuestro creador (los hijos que Dios nos dé) se podía detallar con mayor precisión este paso inexorable de los días, ver hacerse mayores uno a uno de mis hermanos y graciosamente pensar que yo jamás seria adulta.



Los juegos de entonces reflejaban una cierta premonición de nuestras futuras vivencias y de alguna manera labraron nuestro futuro, quizá deberíamos adaptar una nueva frase, “eres lo que juegas” o tal vez, “serás lo que juegas”. Para no ir más lejos, mis juegos de niña eran las cocinaditas, la mamá de la casa, la que cuidaba y regañaba a los hijos, es gracioso recordarlo así, y no lo había pensado hasta este momento en que lo redacto para ustedes, pero resulta interesante analizarlo.



Cuando salíamos a jugar con toda la chiquillada del barrio, todos eran mis hijos, yo salía a hacer la compra, que consistía en unas hojas grandes que no se si ese sea su nombre pero les llamábamos lengua de vaca que hacían las veces de carne, la que adquiramos en una tienda montada por otro niño a remedo de carnicería, se podía ver las hojas colgando como si fueran grandes lonjas de carne las que con gran destreza, afilando su machete (un palito callejero) el señor carnicero partía dependiendo de si queríamos lomo o rabadilla, regodeando precios y pidiéndole que nos venda carne “flaquita” (como lo escuchábamos de nuestros mayores), salíamos con nuestro paquete envuelto en periódico como se acostumbraba antes; las papas eran piedras, la hierba la cebolla y agua y lodo se confundían en una mescolanza de color poco agradable que a mis putativos hijos obligaba a comer repitiendo cuan delicioso manjar había preparado su madre, después de comer me retiraba a mis quehaceres domésticos mientras mis hijitos iban al colegio donde otra niña cuya vocación debió ser la de enseñar, con dedo índice apuntando al cielo en señal de advertencia, daba lecciones de no sé que a sus alumnos. El carnicero cerraba el negocio y llegaba a hacer ahora las veces de papá, para entonces su única labor era comer y salir a perseguir correa en mano a los malos hijos que escapados del colegio jugaban a sus anchas por el prado, había que averiguar a qué se dedican ahora estos niños de entonces.




Cuando nos prohibían las salidas muy repetidas para que no nos hagamos “niñas de la calle” y siendo ya mas grandecitas, jugábamos con las empleadas, Rosa y Mary, eran jóvenes y nos cargaban mono para nuestros juegos y tonterías, con ellas simulábamos grandes fiestas y preparábamos los licores (jugo en copas), por aquellos días vendían unos cigarrillos de dulce eran como mentolados blancos y con la punta de colores: verde, rosado fuerte y amarillo, los comprábamos en todos los colores y los organizábamos en una caja de madera para ofrecer a nuestros invitados; galletas, pan y mecatos varios adornaban las bandejas que serian los pasa bocas de nuestra animada fiesta. Todo debidamente organizado en la habitación, cerrábamos la puerta. Música, comida y cigarrillo en mano, (el que terminábamos comiéndolo hasta el filtro) les enseñábamos a bailar a las empleadas, calculando el tiempo preciso de la llegada de nuestros hermanos y padres para poder organizar todo de nuevo y enviar a las empleadas a sus labores, para que nadie sospeche de nuestra doble vida de “pernicia”.




Como era de esperarse, ante aquel panorama, aprendí a gustar de las cosas del hogar, me encanta la cocina, atender mi casa y a sus integrantes, preparar fiestas y ser gran anfitriona de ellas. También me gustan las copas, un buen vino y de tanto en tanto un cigarrillo (ya superado en gran medida)…



Hoy en día es un tanto difícil descifrar las inclinaciones futuras de nuestros hijos, sobre todo si vemos que sus juegos no pasan de una videoconsola y sus amistades se reducen a un gran grupo de amigos por internet…

1 comentario:

  1. Mi apreciada Ana Julia: resultò placentero compartir tus memorias que en vida relatas y ya con efecto para la posteridad y que tus nietecitos un dia puedan reenviar no se porque medio tan veloz y compartir lo manifestado..........QUIERO dejarte claro que al permitir recorrer mi vista an esas letras que formaron palabras plasmando mil mensajes mi mente se encontraba trayendo las vivencias propias que marcaban mi locura ante el mismo recorrido que frenadamente perseguias........volvi a ser yo el que antes no seria.......recorde lo que antes no recordaba y lo mejor de todo recordè que soy Humano.............SOLO ME RESTA DECIRTE tenaz lo que escribiste...Honorio

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