Y hablando de tantas aventuras por mi vida, les hare ciertas confesiones que por ser eso, confesiones, me cubren un tanto de vergüenza y sólo al compartirlas con ustedes puedo liberar en cierta forma, aquellas sensaciones que oprimen mi alma con recuerdos penosos.
En la adolescencia tuve una serie de pretendientes, los cuales por razones que ya hemos comentado en anteriores relatos no eran del agrado de mi papá, entre otras cosas porque él, no permitía que anden rondando por nuestras vidas “novios” que no fueran oficiales, por lo tanto ningún “mechudo” mal trajeado (que eran los que a mí me gustaban) podría pasar del antejardín de la casa; sin embargo y con todas las prohibiciones del caso, me di mis mañas para empezar con mi vida amorosa desde los 16 años. En ese entonces la adolescencia no se vivía a tan temprana edad como lo es ahora, que desde los 12 ya están nuestros hijos con los “síndromes” pre-adolescentes que nos ponen de cabeza a mas de una madre desconsolada por no saber a “¿a quién? saldrían sus hijitos si nosotros a su edad éramos un “dechado de virtudes”.
Con un grupo de amigas, decidimos hacer una fiesta para divertirnos un poco,

La rumba fue todo un éxito, en realidad no sé si a nivel económico nos fue rentable, no lo recuerdo y eso que mí responsabilidad correspondía al turno de las ventas, pero eso no era relevante a la hora de sopesar la conquista que había logrado. El mencionado personaje no bailó con nadie en la fiesta, solo se dedicó a acompañarme en mis ventas y a solidarizarse conmigo en la labor y sacrificio de no bailar para cuidar las rentas del grupo. El caso es, que después de aquella fiesta, el primer amor llegó a mi vida, (el gato, mi novio de fechas pasadas no cuenta, porque no pasó de ser flor de un día). Fue una época muy linda, me gustaba sentir como se morían de celos algunas conocidas del barrio cuando pasábamos de la mano con el personaje en cuestión. Yo vestida con su chaqueta del equipo que nadaba en mi cuerpo pero que orgullosamente lucía haciendo gala de mi buen ojo para pillar novio.
Todo esto duró algunos buenos meses, me visitaba casi todas las noches, que linda pareja hacíamos, el orgullo del barrio, hasta que…aquí es donde empieza mi confesión a la que hacía referencia al inicio de esta narración.

En venganza, aun cuando no tenía a qué venir al barrio, pues para ese entonces ya no era bienvenido, llegó a una novena “bailable” con una novia norteña la que por supuesto a ninguna de las mujeres del barrio nos gustó; completando su proeza, bailó un vallenato con ella. Después, muy tomados de la mano salieron del barrio y no volví a saber en mucho tiempo de sus vidas.
que buen escrito, como me hace recordar epocas de nuestra adolesencia , tan diferente a estos tiempos. Aunque gran parte de la culpa la tenian el colegio al cual fuimos, donde la expresion no hacia parte de nuestra diario vivir..
ResponderEliminarSigue escribiendo, me gusta mucho, tratare de estar pendiente de los proximos. Un abrazo.
MDP
Escucho tus relatos.
ResponderEliminarheiman
Lo que no logro entender todavía es cómo se cuentan las confesiones.
ResponderEliminar"La desnudez cruda de la verdad...al mando de la fantasía..." asi se cuentan las confesiones
ResponderEliminarES UNA LECTURA ENTRETENEDORA , UNO SE DEJA LLEVAR HASTA VER EN Q RENGLON APARECES AUNQUE SEA POR 2 SEGUNDOS,,,
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