Piedra Laja- Genoy Nariño

sábado, 8 de mayo de 2010

MI PRIMER BESO

[Foto imagenes google]


Quisiera por hoy, saltarme algunos capítulos de mi niñez, y avanzar un poco más hacia otra época que también fue muy importante en mi vida. La ventaja de escribir sobre esta serie de hechos pasados, es que en cualquier momento, puedo retomar y volver a ser la hijita de papá. Pero por hoy, nos trasladaremos a conocer a un personaje que siempre acecha a la niñez, aquel monstruo implacable devorador de inocencias, aquel pequeño gigante que espera la primera oportunidad para ir saboreando cada sentimiento confundido del espíritu de un niño. Les hablo nada menos y nada más que de aquel bicho de la adolescencia, que por ingentes esfuerzos que hice para no atraerlo, al fin se apoderó de mí y lastimosamente en su afán por conquistar adeptos, también arraso con mi hermanita a muy corta edad. ¡Vaya época miserable! se es muy chico para cosas de grandes y se es muy grande para cosas de chicos; dada esta situación, era menester buscar “coaliciones” en similares circunstancias de infortunio e incomprensión, para que la contienda sea un poco mas pareja.



[foto archivo renixco] Algunos amigos de entonces

Aprovechando la ventaja aquella que se tiene sobre los padres, que piensan que sus hijos siempre serán sus niños (hoy puedo sumarme y decir pensamos), continuábamos en nuestras salidas nocturnas a “jugar”, pero ahora no nos dirigíamos directamente a la puerta como si estuviésemos enjauladas; antes, subíamos a nuestra habitación a arreglar nuestra apariencia, el peinado apropiado, la pinta adecuada, y por supuesto la coqueta sonrisa que ya hacía gala de conquistadora… ¡y a la calle¡ Podía notarse nuestro avance mental y cronológico en los grupos formados. Anteriormente no se hacía distinción alguna de género, pero ya por estas épocas, los niños con niños y las niñas con niñas.

La belleza física nunca fue mi aliada, pero esto no fue óbice para convertirme en la mas “popular” del grupo y la más codiciada por los muchachos del barrio y por algunos de fuera, condición que aprovechaba para alimentar mi ego y escoger o despedir a mi antojo.



[Foto archivo renixco]

Había entonces un niño muy lindo, con unos ojos preciosos, era de otro barrio y más grande que yo, por supuesto era el líder de su grupo, (se decía que no eran chicos buenos) le decían el “Gato” y posó esos bellísimos ojos en mi, con mil artimañas logró acercarse y empezamos a ser amigos; hasta que una noche de aquellas, en la que un séquito de chicos detrás de él y otro tanto de chicas detrás de mí escoltaban nuestros encuentros, me pidió ser su novia.

[foto archivo renixco] El Gato



Rondaba ya mis quince años, sin embargo me sentía aun, esa niña de papá que antes les mencionaba. Hasta ahora siempre había parecido ante los demás, la líder, la fuerte, la que sabia como manejar las diferentes situaciones con los “hombres”, pero solo hasta ese momento supe que era una hipócrita, las piernas me temblaron, se me secó la garganta y un hormigueo me recorrió todo el cuerpo, aun guardo la sensación de aquel día memorable en el que después de mucho cavilar lo único que atine a responderle es que lo “iba a pensar”. Mil recados llegaron a mi casa desde esa noche, pidiéndome una respuesta, hasta que llena de valor, con una cartita, después de tres días acepté la propuesta y fijé una cita en la acera de la casa de una amiga; muy lindo y perfumado acudió a la cita, me tomó de la mano y en silencio caminamos, no recuerdo habernos dicho nada, los nervios no me permitían articular palabra. Pero al despedirnos, acercó su rostro al mío y me dio el que desde entonces sería mi primer beso de enamorado, un beso que sacudió mis sentidos y confundió todo aquello que yo creía tener organizado en mi vida. Miedo, amor, gusto, disgusto, fue una sensación sobrecogedora que hoy puedo decir con certeza que no era amor, no sé si fue bello o fue horrible, lo único que sé, es que no fui capaz de soportarlo, ni mucho menos enfrentarlo; así que con la misma imagen de esquela con la que acepté ser su novia, al día siguiente de aquel furtivo beso, envié otro recado dimitiendo al poder de ser la reina de su corazón, con su orgullo de jefe de manada herido, no volvió más por el barrio y jamás me pidió una segunda oportunidad. Después de algunos años, me enteré que había muerto muy joven y guapo aun.


Esa experiencia no aprovechada en su momento, me permite hoy en día poder disfrutar de la tibieza de un beso, del aroma un tanto inmoral de unos labios cálidos y habidos de amor, de aquellas maripositas que en “cosquillentas” sensaciones revolotean en mi y que logré descubrir ya en la edad adulta, sensación ésta, que no quiero dejar ni perder ni expresar con mil besos y mil caricias aunque me acusen de “empalagosa”…

1 comentario:

  1. Los amores, los besos, los amigos, son los tesoros que guarda nuestra piel y afloran en bellos recuerdos y dulces palabras que engalanan la memoria

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