Piedra Laja- Genoy Nariño

sábado, 6 de marzo de 2010

MI EXPERIENCIA CON EL GANADO

MI EXPERIENCIA CON EL GANADO

Empezando a escribir sobre mi vida, se agolpan en mi mente un sinnúmero de recuerdos todos quieren ser escritos y desordenan mi redacción, porque no sé si son: antes o después de cierta edad, bueno, pero lo importante no son las fechas, al fin y al cabo fueron vividos en estas dimensiones y a esas vivencias me remito.

De estudiantes, cuando mi hermana mayor se graduó, quedé sola en el colegio, al tiempo, la menor entró a bachillerato, por lo tanto estaba yo a cargo, anteriormente el bus escolar nos llevaba y nos traía entre la casa y el colegio, de pequeñas hasta bueno era el servicio, pero ya en secundaria era otro asunto, por esa razón y como yo estaba al mando, hablamos con mi papá y acordamos que desde ese día tomaríamos el transporte público, argumentando que algún día tendríamos que aprender a desenvolvernos solas por el escarpado mundo del “proletariado”. Mis argumentos debieron ser muy convincentes, porque mi papá accedió a tal petición y desde el día aquel, nos daba el dinero para el recreo y para el bus. Pero lejos de mi estaba subirme en tales aparaticos (al menos por el momento), en vista de mi facilidad para madrugar, muy temprano en la mañana estábamos en pie de lucha, bañadas, peinadas y perfumaditas, salíamos de casa en un caminar casi de trote para llegar a tiempo y así ahorrarnos lo del transporte, pero no solo era esta motivación, a esa hora por la calle, muchos estudiantes de todos los colegios iban y venían y nuestra preferencia era la masculina, pero no crean que por el título del texto de hoy me voy a referir a este tipo de “ganado”, ese es otro asunto el cual espero recordar y reseñarles en otra oportunidad…Un día normal, como tantos otros de aquellos que la rutina acompañaba nuestro andar (hecho, por obvias razones desconocido por mi padre), un tumulto de gente, gritos y carreras rompieron la cotidianidad de aquella fría mañana; mi hermana y yo, no entendíamos qué ocasionaba tal caos, cuando de la nada, como si fueran las fiestas de San Fermín, apareció un enorme toro blanco con grandes cuernos y una inmensa giba, corría asustado envistiendo a todo lo que encontró a su paso, con tal mala fortuna que atropelló a mi hermana dejándola tendida en el suelo inconsciente. Nunca he tenido un susto como aquel, al verla tendida en el suelo con su uniforme rasgado, solo atinaba a escuchar murmullos de la gente que decía “esa niña está muerta”, no sabía si se referían a mi por la palidez del temor o a mi hermanita, en realidad como dirían en un programa mejicano “fué horrible…fué horrible”, yo lloraba a sus pies, pedía que alguien me ayudara, pues no sabía qué hacer, sólo cuando mi peque abrió los ojitos, pude pensar con claridad, la claridad que un tercero o cuarto de bachillerato me permitía, (no muy sesudo por cierto) pare un taxi y con la ayuda de un buen samaritano, la subimos al vehículo, entre “ayes” y desmayos la llevé a un hospital, una camilla la recibió, fue entonces cuando le di un beso, le dije que todo iba a estar bien y corrí a casa. No les miento si les digo, que no paré de correr en una sola respiración, mis lagrimas se secaban con el viento en la carrera, orando para que mi hermanita no muriera; hasta el momento no había pensado qué mentira le diría a mi papá para justificar nuestra ubicación, porque sabía, que después de pasado el susto, él lo preguntaría, eso no era importante por ahora, y de hecho ni lo recuerdo. El mugroso toro, y coprotagonista de esta parte de mi vida, le había quebrado la clavícula a mi hermana, aparte de romperle y revolcarle el uniforme (pese a ello, estoy en contra de las corridas de toros). Supimos por los diarios locales después, que la res, había escapado de un camión al descargar el ganado en alguna parte de las afueras y asustado en su loca huida, no solo atropelló a mi hermana, sino que también hizo muchos estragos en la ciudad, tanto sería, que fue noticia periodística. Mi hermana tardó un buen tiempo en recuperarse y soportar la incomodidad del yeso, entre tanto por esos días, nos llevaban al colegio en el carro, después de eso…volvimos a las andadas….

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